Educador de Gatos

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Del amor al odio

Por Núria Brell

Mi historia gatuna empezó cuando adoptamos a Moon hace 8 años, una gatita negra de la protectora de mi ciudad, estaba resfriada y tenía conjuntivitis. En casa era la reina, y tuvo que compartir su reinado un año después cuando nos encontramos a Sun entre unos coches, tenia dos semanas de vida y era totalmente blanca. Aunque los primeros días en casa hubo un poco de tensión al final se hicieron inseparables, dormían, comían y jugaban juntas.

Hace unos años nos mudamos a una casa más grande, Moon llevó el cambio muy bien, pero Sun no tanto, se estresó mucho y se asustaba con facilidad, la cosa empeoró cuando acogimos a Cloud, un cachorro de perro con muchas ganas de jugar, y aún siendo cachorro ya era más grande de tamaño que las gatas. La Moon volvió a demostrar su carácter de reina de la casa y le demostró quien mandaba, pero Sun se estresó mucho más, tanto que empezó a bufarnos hasta a nosotros.

El caos empezó un día normal, Sun empezó a bufar a mi marido sin causa aparente, él, que tiene buenas manos para los gatos, la tranquilizó. Al cabo de unos días, por culpa de un ruido fuerte que ella no supo identificar de donde procedía, volvió a bufar y empezó a atacar a Moon, des de ese día cada vez que se asustaba por cualquier ruido o situación de estrés atacaba muy violentamente a Moon. Las tuvimos que separar y preparamos una habitación para ella, con su arenero y comida. Durante el día las íbamos cambiando de habitación para que se acostumbraran otra vez al olor de ellas y estuvieran con nosotros, aunque siempre separadas porque si se juntaban Sun volvía a atacar.

Una noche mientras cenábamos y con Sun durmiendo a nuestro lado, ella se despertó sobresaltada y me saltó a la cara mientras me bufaba y me arañaba, la tuvimos que encerrar otra vez en su habitación y yo me asusté tanto que le tuve miedo durante bastante tiempo, por el día estaba encerrada en la habitación y por la noche la dejábamos por casa y encerrábamos a Moon. Yo le tenía tanto miedo que estuve muchos meses sin poder verla, os podéis imaginar el dolor que sentía por esa situación, no podíamos darla porque estaba muy estresada y nadie hubiera querido un gato que atacara a su dueña, además que no queríamos deshacernos de ella porque la queríamos mucho, pero no podíamos vivir de esa manera, con un gato siempre encerrado.

A partir de ese accidente hablamos con los veterinarios, buscamos información por Internet, pero nada nos funcionaba y parecía que no había solución. El veterinario nos dio una medicación para tranquilizar a Sun, no le gustaba y nos costaba mucho darle, y si a los dos días no se lo tomaba volvía a estar estresada. Tampoco era una solución a largo plazo porque no podíamos estar medicándola toda su vida.

Poco a poco le perdí el miedo a Sun, y podía estar con ella otra vez, aunque cuando ella se sobresaltaba yo también y tenia que irme de la habitación de donde estaba por no estresarla más. Al final, cuando ya llevábamos dos años con esa situación y ya estábamos bastante desesperados, encontré la página de Jordi y me anime a llamarlo, era la última opción que teníamos.

Cuando Jordi llegó a casa cogió a las dos gatas y las puso en la misma habitación, yo estaba muy asustada y pensaba que Sun atacaría a Moon pero no pasó, con mucha tranquilidad Jordi nos explicaba como controlar la situación y nos dio muchos consejos para poder reducir el estrés de Sun (por cierto, nada de medicación!) Nos contó que podía volver a pasar, que Sun atacara a Moon y explicó que hacer en ese momento.

Jordi se fue y le tocó a mi marido ser el mediador de las gatas, ya que yo seguía con mucho miedo cuando ellas estaban juntas. Des de entonces, yo le he perdido un poco el miedo y estoy tranquila cuando ellas están en la misma habitación, hasta he mediado algún momento de estrés. Sun, aunque aún tiene miedo a los ruidos podemos controlar perfectamente sus ataques, que solo han sido dos y al poco ha vuelto a estar tranquila. Ellas aún no duermen juntas pero empiezan a jugar juntas y poco a poco espero que vuelva la calma total en casa.

Al final, cuando todo parecía que no había solución y que quizás tendríamos que dar a una de nuestras gatas, llegó Jordi con su calma y nos ayudó tanto que no tengo suficientes palabras de agradecimiento. Volvemos a ser una familia normal!