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Mitzy y Pepe, una pelea difícl de resolver

Por Mónica Torres

Esta historia comienza hace 6 años cuando por una casualidad adoptamos a Mitzi, un gato negro castrado de 8 meses. Su antiguo dueño lo abandonó y nos lo trajimos a casa temporalmente, pero al cabo de unos días ya era un miembro más de la familia. Pasados dos años, nos planteamos coger un compañero para Mitzi con el fin de que tuviese compañía, sobre todo cuando se quedaba solo en casa. Así pues, cogimos a Pepe, un Maine Coon de 4 meses, más que nada porque oímos que esta raza se adaptaba bien a la convivencia con cualquier tipo de animales en el hogar, y resulta irónico que si no le hubiéramos llegado a comprar no hubiera sobrevivido, ya que nos le entregaron infestado de pulgas, parásitos internos y calicivirus. Mitzi lo aceptó en cuestión de días y la verdad es que se volvieron inseparables.

La pasada semana santa nos les llevamos de vacaciones (íbamos a estar 10 días) a una casa en la que ya habían estado anteriormente. Según llegaron, Pepe, que está sin castrar, se alteró y comenzó a pelearse con Mitzi. Cuando llegamos corriendo al lugar de la pelea únicamente vimos un montón de pelos por todo el suelo y a Mitzi debajo de la cama y Pepe aullando y marcando con orina los rincones, cosa que durante los 3 años y medio que han estado conviviendo nunca antes lo había hecho.

No le dimos en su momento demasiada importancia porque anteriormente al llevarles a esta casa se habían semi peleado pero sin más, les duraba 2 días como mucho y luego tan amigos.

El problema surgió cuando Mitzi empezó a cojear de la pata de atrás, y estaba más agresivo, incluso con nosotros. Muy preocupados, adelantamos las vacaciones para llevarle al veterinario teniéndole que dejar ingresado porque tenía infectada toda la zona trasera. Se conoce que en la primera pelea Pepe le había hincado el colmillo infectándose la herida.

Al traerlo a casa le tuvimos que dejar encerrado en una habitación para que no se peleara con Pepe, ahí empezó un sin vivir. Teníamos que tener cuidado de que Pepe no entrase en la habitación, Mitzi con las curas diarias, y día a día la situación entre los dos se iba agravando. Cuando Mitzi terminó sus curas y le quitamos la venda de la pata trasera intentamos bajo vigilancia que se volviesen a ver con la puerta abierta, pero todo desembocaba en agresión, nosotros chillando y teniendo que disuadirles con sprays de agua porque no se nos ocurría nada mejor para separarles. Esta tensión no la podíamos sostener, habían pasado 2 meses y medio, me había llevado a ir a urgencias por un mordisco de Pepe en la mano por evitar que mordiese a Mitzi y mi marido me planteaba la opción de regalar uno de los dos gatos porque la situación era insostenible. Fue entonces cuando me acordé que un amigo me había hablado de un chico de Barcelona que se dedicaba a analizar y solventar estos comportamientos y que tenía pasión por los gatos. Me dio su teléfono y pagina web y entonces contactamos con Jordi. Su respuesta fue rápida y en poco más de una semana cogió un avión y se presentó en Bilbao.

Según vino colocó a los gatos juntos en el mismo espacio. No se como lo hizo todavía, ya que Jordi irradia serenidad y su forma de actuar relaja tanto a gatos como a dueños, pero al momento dejaron de perseguirse para pelearse. Únicamente se levantaba para susurrarles cuando se acercaban el uno al otro. Nos estuvo explicando como debíamos comportarnos cuando se desencadenaba una situación de alteración por parte de ellos. Lo que pensábamos que era un comportamiento agresivo por parte de Pepe era todo lo contrario, él quería acercarse a Mitzi para ser su amigo y teníamos que tranquilizar a Mitzi para que el acercamiento no terminase en agresión, es decir, les teníamos que dejar presentarse poco a poco. El spray de agua solo les lograba alterar y en su lugar únicamente había que interponer un cojín entre ambos para disuadirles. En cuatro horas que estuvo en casa Jordi resolvió todo el problema que había durado 3 infernales meses. Así que siguiendo sus instrucciones con tiempo y dedicación, en una semana estaban los dos de nuevo durmiendo con nosotros en la cama, y en dos semanas en pocas ocasiones no me hacía falta mediar entre ellos. Al cabo de un mes les dejamos solos en casa unos días y un familiar iba a cuidarles y se portaron genial. Han pasado 3 meses y hace ya tiempo que han vuelto a jugar entre ellos e incluso han vuelto a lamerse, jugar a persecuciones tal y como solían hacer anteriormente. Y eso que han tenido un cambio en casa al haber adoptado un perrito abandonado en la cuneta de la carretera con 15 días, lo cual al principio les generaba bastante estrés.

Por todo esto quiero agradecer la dedicación y el interés que ha tenido Jordi con nosotros y el cariño con que hace las cosas. Me parece fascinante poder contar con personas como él que tengan tanta pasión y altruismo por los animales.¡¡¡¡Sigue así!!!!!