Orbela e Irati
per Alberto Rodríguez
Ha llegado el momento de contar una historia con final feliz. Soy consciente de que a muchos les parecerá una majadería, pero los que sean amantes de los animales y tengan gatos en casa me entenderán perfectamente.
Realmente, hasta hace muy poco tiempo, no estaba del todo seguro de si podría realmente contar esta historia. Pero los buenos consejos, el saber hacer de ciertas personas y nuestra constancia han dado fruto. Y todo se resume en la foto que ilustra este relato. Porque parece una simple foto, pero os puedo asegurar que es algo tan importante para nosotros que es emocionante..
Como todos sabéis, durante muchos años ha sido Irati la que ha compartido nuestra vida, nueve años en total. Hace cosa de tres años, una vez mudados a nuestra casa actual, decidimos darle compañía gatuna para que no se sintiera sola y tuviera compañia para jugar. Y fuimos a Puente la Reina a buscar a Orbela. Orbela había nacido en la calle, y fue la más lista de la clase al meterse por tres veces en el coche de la chica que iba a ponerles de comer. Decidimos darle la oportunidad de tener un buen hogar, compañía gatuna y todo nuestro cariño.
Seguimos al pie de la letra (con algún altibajo) lo que decían foros sobre gatos acerca de la introducción de un nuevo felino en una casa donde ya hay otro. Pero pasado un tiempo, cuando ya hacían vida en común, Orbela desapareció y la encontramos encaramada en un arbol del parque que hay debajo de nuestro piso. Jamás sabremos que sucedió, si se cayó, si fue “obligada” a saltar..pero el caso es que volvió con un miedo atroz a todo y a todos. Decidimos volver a empezar de nuevo con la introducción, ahora siguiendo, previo pago y sin visita mediante, los consejos de una etóloga, presuntamente una “profesional” del comportamiento felino. Nos obligó a dividir la casa en dos, tapiar cualquier resquicio de visibilidad que pudiera haber para que no hubiera ningún contacto visual entre ellas. Y comprar hormona felina para generar “buen ambiente” en la casa enchufándola por toda la casa.
Y así hemos estado del orden de dos años. Si, se dice pronto, pero han sido dos años con la puerta del salón cerrada a cal y canto, dia y noche. Saliendo y entrando con cuidado para que no se vieran, casi para que no supieran la una de la otra de forma presencial y teniendo que cambiarlas periodicamente de ubicación, así como intercambiar juguetes, trapos con su olor y varios procedimientos más. Pensábamos que en algún momento habría un final, pero esta “experta” tampoco nos daba un plazo ni nada parecido.
Y en esto es cuando nuestros amigos de Barcelona Mònica y Frederic nos hablaron de Jordi Ferrés. Jordi es un educador de gatos. Simple y llanamente, es una persona que entiende a los gatos, conoce sus problemas y te dice como solucionarlos. Pero su método no es educar a los gatos, es educar a los dueños acerca de como interactuar con sus gatos y solucionar los problemas de convivencia que pueda haber. Y lo primero que Jordi hizo cuando hablamos con el fue pactar una visita para conocernos a nosotros y a las peludas. Y nos dijo que cartones de la puerta fuera, y hormona felina y cualquier mierda de esas, fuera. Y habló con Irati y Orbela, y las juntamos, y las tocó, las mimó, y conversó durante unas horas con nosotros. Y al cabo de esas horas se fue, no sin antes darnos unos parámetros a seguir. Y nos pidió constancia, que no nos desanimáramos y trabajáramos las pautas que nos daba. Porque merecía la pena. Porque Orbela se merecía una oportunidad de quedarse en casa y tener una buena vida.
Y le hicimos caso, y le preguntamos nuestras dudas, algunas quizá absurdas, pero nos ayudó dándonos consejos via mail. Y nos dijo que nosotros mismos veríamos los avances y los resultados. Y el resultado, dos meses después, es este. Orbela e Irati conviven juntas, con la casa abierta de par en par. Comen y beben del mismo cuenco, comparten caja de arena, a veces duermen juntas, a veces se pegan, se persiguen, juegan. Pero se respetan, conviven juntas. Y eso, para nosotros, dos años después, es para celebrarlo. Porque somos una familia singular, pero una familia. Y sin la recomendación de Mònica y Frederic y la ayuda de Jordi, no hubiera sido posible. A los tres, moltes gràcies!!