Muni y Charlotte
per Laura Diego y Ricardo Armengol
Mi vida compartida con la bella Charlotte…
Hola a todos, yo soy Muni y ahora voy a contaros mi historia…
Nací en un lugar que no recuerdo rodeado de un grupito de hermanitos de los que fui separado a las 3 semanas y la verdad es que tengo vago recuerdo de ellos porque tardé en abrir los ojos y tuve poco tiempo de juegos. Llegué con 6 semanas de vida a la que hoy es mi casa y fui acogido con todo el cariño del mundo. Al haber jugado tan poco, apenas tuve tiempo de probar mis fuerzas y la verdad es que sentí muy pocos mordisquitos. Así que tenía que experimentar por mi cuenta…y allí estaba mi mamá a la que podía morder y arañar sin problema porque al parecer me quiere tanto que aún haciéndole daño, cada vez que jugábamos, parecía no importarle y así yo iba experimentando más con ella.
Fui creciendo, me hice más fuerte y grandote y mi mamá cada vez tenía las manos con más marcas y arañazos. Empecé a darme cuenta de que ya no le gustaba jugar conmigo porque creo que le hacía daño, pero yo no sabía que lo hacía…
Cuando cumplí los 10 meses de vida y mientras me daba mi paseo por el patio de mi casa, de repente apareció ante mí una gatita preciosa, aunque en ese momento no sabía ni que era una gatita porque no recordaba haber visto ninguna y sentí una gran curiosidad…
Nunca pensé que las cosas podrían cambiar tanto en tan poco tiempo…
Comencé a acercarme a ella con mucho miedo porque al verme me bufaba como una posesa… Realmente asustaba mucho, pero la curiosidad era superior a mis miedos y cuanto más me acercaba más me chillaba…Hasta que un día mis papas la recogieron y…¡la metieron en casa!
Yo estaba loco de curiosidad porque la dejaron en una habitación con la puerta cerrada y no podía entrar…Me frustaba no poder verla ni olerla y cuanto más la oía más nervioso me ponía. Poco a poco, los papas me dejaban entrar y teníamos encuentros muy cortitos, en los que ella me bufaba y yo le daba algunos toques para saber si era peligrosa o no. Seguía asustándose de mí y yo no sabía porqué.
Al cabo de unos días, los papas la dejaron salir por la casa y ella pareció que se asustaba más porque no la conocía y se escondía donde podía. Así fueron pasando los días y poco a poco nos fuimos aceptando, gracias a un chico (Jordi) que les enseñó a mis papas cómo debían crear nuestro encuentro de la manera más positiva para ambos. Por cierto, el primer día que nos juntaron, Charlotte se hizo caca, del miedo que me tenía.
Mis papas hicieron todo lo que les dijo Jordi y en 3 meses, con mucho stress al principio… Oh la la… Ahora que bonita relación tenemos… Estamos todo el día juntos. Jugamos, corremos, comemos, exploramos el patio, nos limpiamos, nos dormimos, nos buscamos y todo, todo juntos…
Estoy muy agradecido a mis papas porque ya no me desfogo con la mama, estoy más activo y despierto y ellos me ven más contento y cariñoso. Soy un gato más feliz que antes de llegar mi pequeña Charlotte, que por cierto (no se lo digais aún a mis papas), pero creo que me estoy enamorando…