Educador de Gatos

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Todos para uno y uno para todos

Por Marta Garcia

Esta pequeña porción de vida que ahora os explicaré, es la historia de como seis gatitos me están ayudando a salvar mi día a día. Fui a topar con Otto, Osha, Muki y Valentina cuando conocí a mi marido. A mí, desde siempre me habían gustado mucho los gatos, desde pequeños los habíamos tenido en casa, y de sopetón me encuentro con que el hombre que me vuelve loca ¡convive con cuatro mininos! ¡Mi príncipe azul había llegado! Mi marido y yo empezamos a salir, él vivía en su piso con los cuatro deliciosos gatos y yo vivía sola en mi piso. Los cinco formaban una familia llena de alegría y paz, y hacían una gran piña. Otto, por ser el más mayorcito de todos y macho, llevaba a las niñas de cabeza, y las niñas rondaban detrás suyo, refrotándose y besándole.

Poco después y de forma repentina, llegó a mi vida Petxina. Un gatito atigrado de seis meses que, encontrado en la calle, decidió compartir la soledad conmigo. Petxina fue un trasto y un travieso desde bien pequeño, y siempre me tenía detrás suyo. Después de un año en que Petxina y yo ya éramos más que compañeros de piso, llegó Nena de manos de Bala (mi marido), que nos trajo a casa una gatita (media cara negra y la otra atigrada) de tres semanas, adoptada en la protectora y muy enfermita. Con muchas curas y afecto conseguimos que se recuperara. Nuestra relación continuó, y la idea de vivir todos juntos nos seducía cada vez más, a la vez que el miedo por juntar los seis gatos nos paralizaba. En un giro inesperado apareció un pozo profundo. Un cáncer de pulmón amenazaba la vida de Bala. En un año y medio la enfermedad se lo llevó. Sufrí una gran pérdida, pero también hice un gran hallazgo: cuatro y dos gatos de los cuales tenía muy claro que, no podía ni dar en adopción, ni separarlos. ¡Teníamos que estar todos juntos!

A través de una buena amiga entré en contacto con Jordi, ¡una persona encantadora y mágica desde el primer instante! Le puse en situación. Yo no sabía cómo afrontarlo, me daba mucho miedo, y sufría sobre todo por Petxina, ya que a veces su comportamiento es un tanto chulesco y cuando va, lo hace con todo el corazón. Lo hicimos en dos veces. Primero vinieron a casa Otto y Valentina que son los más dulces (Otto solo quiere que lo acaricien, y Valentina nunca se queja de nada). Gracias a Jordi aquello que me daba miedo pasó a ser un momento de descubrimiento y aprendizaje para mí. Decidimos que lo mejor sería convivir unos días de esta manera para irnos acostumbrando, y pasados unos días traeríamos a Osha y a Muki (las más asustadizas y felinas).

Aquellos días fueron duros para todos: recorrer los espacios, los olores, los reconocimientos, las tensiones... Pero aún faltaba el tramo final, aún faltaban las dos gatas, y una vez más gracias a Jordi y a su gran conocimiento y delicadeza en comprender y comunicarse con ellas supo cómo ponerlas dentro de sus transportines, de forma tranquila y sin que sufrieran lo más mínimo. Por el camino se hicieron de todo ¡pobrecitas! Estaban muy asustadas. Una vez en casa yo sudaba de lo lindo: seis gatos en casa, ¡y yo sola para conducirlos! Pero de nuevo estaba equivocada. Gracias a los sabios consejos de Jordi que los supo presentar a todos para que fueran interactuando de forma tranquila y sin conflictos, puedo decir que habiendo pasado pocos días estaba muy sorprendida de lo bien que empezaban a llevarse.

Recuerdo que al marcharse Jordi y quedarme en casa con todos ellos, le dije a mi marido: "Bien, esto continúa siendo trabajo de los dos, así que yo pondré la parte física, y tu la parte del alma". Han pasado cinco meses y juntos formamos una gran familia. Una familia que me ha hecho suya. La familia que me ha adoptado y que me ayuda en mi duelo. Sin duda un gran regalo que sin Jordi ni Bala no hubiera sabido cómo disfrutar. ¡Gracias por todo lo que nos has ayudado... y si llega alguno más... ¡te llamo!