NALA Y RUMBO

per Valentina Mottura

Esta es la historia de una gata, un perro y mi impaciencia. Tenemos una gata hace un año, Nala, y de un día para otro adoptamos a Rumbo de una protectora en Tortosa, un pequeño mestizo de tres años de edad. Fue una decisión impulsiva, pero entres las cosas que me preocupaban en el camino hacia casa lo de Nala no ocupaba ni el tercer lugar,. Ya la había visto con el perro de una amiga y estaba segura de que ella habría reaccionado bien. Solo me faltaba comprobar que él no fuera violento con los gatos. Y no lo es.

El primer encuentro no fue tan malo pero a partir del segundo día fue un desastre. El cuarto día estaba llorando a las seis de la mañana en Park Güell, pensando que le había arruinado la vida a todos. A Nala que había perdido su espacio, a Rumbo que había pasado de una jaula a otra y a nosotros que estábamos con un marrón sin saber por donde pillarlo.

Nala no le permitía mover un músculo, el pobre se hacía el cojín del sofà, pero a la que se rascaba, estornudaba o bostezaba, ella se le tiraba encima. Los profesionales con los que hablamos fueron los que acabaron de deprimirme: desde empezar a insinuar que podría no haber solución, hasta sugerir un “haberte informado antes, mujer”, lo único en lo que insistían era en que gata y perro no tendrían que tener ningún tipo de mala experiencia el uno con el otro. Y cómo voy a evitar que tengan malas experiencias el uno con el otro si se odian ? ..me preguntaba arrastrándome por Park Guell. Las puertas de casa se cerraron. Encuentros mínimos, premios, intercambios de olores y puertas cerradas. No me sentía cómoda y los pocos encuentros iban cada vez peor. Empecé a obsesionarme con encontrar información, videos, experiencias, algo que me diera una duración. Y nada. Intenten buscar por internet “cuánto dura la adaptación entre perro y gato” y no encontrarán nada. Muchos ejercicios, chuches, premios, puertas, consejos, dibujos, cachorros, pero nada sobre la duración y menos entre animales adultos.

Pero algo muy bueno salió de esta búsqueda loca y encontré a Jordi, que vino a casa después de poco días Por fin empezó la salida del hoyo. 1) Su calma y las reacciones de Nala me dieron enseguida la sensación de que eso sì se podía resolver: es un funambulista, es todo un arte de equilibrio calmar a un felino, flipamos todos. 2) Dejé de ver a mi gata como a una tigre y volví a ver la gata que es y mucho más que esto. 3) Nos dio pautas que no tienen nada que ver con premios, distancia, evitar el estrés por tener estrés, ni mucho menos Diazepam, sino que tratan de calma y paciencia. 4) Y no, las tres veces que le pedí venir, no me contestò directamente a la pregunta del millón: “cuanto se tarda”, (intentaba colársela disimuladamente de las formas más variadas), pero simplemente porque no hay una respuesta y todo depende de los individuos que participan, de dos y cuatro patas. Estoy consciente que fui parte de las causas que han ralentizado este proceso, por ansiedad, por mi impaciencia sobre todo, y fue Jordi que me permitió verlo y darle la vuelta. Así que no sólo le fue muy útil a Nala y Rumbo, sino a todos los de la casa.

Así que, poco a poco las cosas se están poniendo en su sitio. Todavía no es la historia de dos amigos pero conviven, van buscando acuerdos y se acercan el uno al otro cada día más.

¡Mil gracias Jordi!

El videito es la última parte del proceso (en la primera no pudimos grabar nada) pero tiene el final feliz que queremos compartir.

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