Prukobi y Doji

per Aurora i Dani

Nuestros gatos se llaman Prukobi (Pruko) i Doji. Pruko empezó a arrancarse el pelo debajo de las piernas y la barriga. Pruko es un gato negro, igual que Doji, pero tenía casi toda la parte inferior blanca de lamerse. No sabíamos qué hacer y el veterinario nos dijo que estaba estresado y le dieramos Valium. Aunque no nos gustó nada, lo compramos, pero aún así solo le dimos uno ya que se nos hacía horrible pensar que estabamos drogando a uno de nuestros gatos. Entonces llamamos a Jordi.

Vino una tarde e, increíblemente, Pruko que siempre había huido de los extraños desde pequeño no tardó en acercársele. Por su forma de arrancarse el pelo Jordi nos dijo que seguramente estaba nervioso y había cogido el mal hábito de hacer eso. Nos explicó que hacía falta jugar con él. Nuestro otro gato, Doji, es muy vago y dormilón y con él no podíamos contar, así que teníamos que esforzarnos al máximo nosotros solos. Aprendimos que era necesario despedirnos cuando salíamos de casa por un largo rato y saludar cuando llegábamos. Es más, el saludo debía convertirse en al menos 10 minutos de juegos con ellos dos. Cuando lo veíamos morderse debíamos haber una sonora palmada y un “shht!” a la vez, para que nos prestase atención. Al principio no nos hacía caso así que le llamábamos con cariño, y si no venía íbamos a buscarle para sostenerle encima de las piernas. Al menos durante ese rato no se iba a arrancar más pelo. Buscamos un juguete que le atrajera, y conseguimos un palo y una cinta de goma y a él atada una pluma artificial. Eso lo volvió loco. Pasamos horas con él jugando a que saltase, se escondiera, a hacerle ver que la casa, aunque es pequeña, podía ser una jungla donde cazar.

Poco a poco dejó de arrancarse el pelo y le fue creciendo. Justo entonces nos dieron vacaciones y, por desgracia, teníamos el billete pagado, así que tuvimos que dejar a Doji y al estresado Pruko en casa los padres. Pero en realidad eso fue un paraíso para ellos. Pudieron jugar, saltar por la hierba, esconderse, cada vez que llamaban los padres nos daba la risa porque parecía que habían recuperado al Pruko de siempre, juguetón, activo… Cuando volvimos ya era un gato negro de nuevo, activo, divertido, y contento. Sin pastillas ni drogas. Sólo se había desahogado.

Ahora los llevamos de vez en cuando unos días. Que jueguen con el jardín y se diviertan con los padres, que en el fondo les encantan. Pruko es un gato normal, y sabe perfectamente donde está escondido su juguete de plumas rosadas. No perdona que no se lo enseñemos. No ha vuelto a pasar, y eso que es un gato muy activo, pero gracias a Jordi, cambiamos los muebles de lugar de vez en cuando, pensamos si una caja puede ser un escondite, sacamos el juguete de plumas falsas e incluso a veces les damos jamón dulce (somos vegetarianos así que sólo es para ellos) como premio si nos tenemos que marchar mucho tiempo de casa.

Agradecemos muchísimo que nos diera esas pautas para Pruko. Sino estaríamos ahora drogándole con algo recetado por el veterinario y eso sería horrible para él. Si nosotros pudimos entenderle (cuando decimos “buscar cajas como escondite” es porque nos ponemos en su lugar) todos pueden hacerlo. El lenguaje de los gatos es extraño a primera vista, pero aporta mucho y ganamos mucho amor con ello.

Gracias.

Comparteix l'enllaç amb
Desplaça cap amunt